Tiziana, madre por compromiso: «Adoptar a nuestro hijo fue como un embarazo de más de seis años. Los trámites fueron terribles».
Tiziana Tallaro y Daniel, su marido (45 y 47 años respectivamente), asistieron a la primera charla informativa sobre adopción a principios de 2017. Cinco años después, por fin le dieron rostro y nombre a ese sueño de vivir en la India, un almibarado. niño llamado Rivu. Tuvieron que esperar otros 15 meses para entrar con él por la puerta de su casa en Madrid. Esto es lo que están celebrando ahora. el primer aniversario. «Fue como un embarazo de más de seis años», dice mientras su hijo de dos años y medio toma una siesta.
Esta pareja tiene en un red burocrática, una pesadilla kafka en la que el papeleo era terriblemente engorroso (perdón por el pleonasmo). Ella, italiana, y su marido, alemán, pese a vivir en España, tuvieron que gestionar documentos para los trámites de adopción en sus respectivos países, como certificados de antecedentes penales («¿Qué sentido tiene eso?», se queja Tiziana). Cuando avanzaron un paso, los papeles caducaron. Y empezar de nuevo.
Este lío de ‘basura’ no es ajeno a quien se ha embarcado en el camino de la adopción, y de hecho es partidaria de procesos estrictos y garantes siempre con menores, pero se ha topado con otros obstáculos que han ralentizado todo: cambios normativos, tanto en España como en la India; el pandemia (con su cerradura para todos los efectos); y, en la última fase, una juez indio Pequeño amigo de los procesos internacionales que siempre deja su expediente en un segundo plano, dice. Afortunadamente su “final fue maravilloso” y es una historia feliz.
La vía ‘natural’ está agotada
Para muchos la adopción es una idea lejana, propia de otras vidas, pero no para Tiziana. Desde niña estuvo cerca de los negocios y ese camino de vida le era familiar: “Sabía que algún día sería parte de mi vida, pero no que lo sería. mi unica va a ser madre«Dijo. Su marido y ella primero siguieron la ruta convencional, es decir, la biológica.
Estaban en desventaja porque pronto descubrieron que tenían problemas para lograr una concepción natural, por lo que intentaron buscar una solución en una clínica de salud. reproducción asistida. Era el año 2015. Tiziana se sometió a dos extracciones de óvulos. Cinco fueron fertilizados ‘in vitro’; a cinco se les implantaron; no curl Y lo que está escrito en apenas unas líneas es un proceso «muy difícil y muy difícil».
«En el último intento ya había decidido sobre la adopción. Por mi propia salud mental, no quería poner más energía en algo que tenía pocas posibilidades de funcionar. De todos modos, siempre hay esperanza. Cada noche habló a mi instinto» él admite.
Las conversaciones «desalentadoras»
Tener a Rivu en casa ha sido una odisea especialmente en su caso, con la espada Damocles de la edad también al acecho. Durante el proceso de adopción, que avanzó como un caracol, Tiziana y su esposo cumplieron años. Esto requirió que se revisara su certificado de elegibilidad. La pescadilla que se muerde la cola. «En cierto momento elegimos niños de entre 3 y 6 años». Bien. Continuaron. Y ellos son el teléfono.
“Nos ofrecieron ingresar una lista con niños más pequeños que tenían un problema de salud menor. Tuvimos que responder en media hora. Dijimos que no», recuerda. Tiziana y su marido sabían desde el principio que, con sus redes familiares en Italia y Alemania, la opción de adoptar a un niño con necesidades especiales no era para ellos.
Unos meses después, esa opción todavía estaba disponible, les dijeron y, a pesar de las dudas iniciales, aceptaron. Cinco años después de aquella primera charla «desalentadora» sobre el proceso de adopción, dice Tiziana, «donde lo ponen todo tan, tan negro», con tantos papeles detrás, tantas guardias y tantos no, llegó el primer sí. «Era enero de 2022. Teníamos un bebé de 6 meses. No lo podía creer». Ese problema de salud no era más que un hipotiroidismo sin mayor significado.
Viajaron a la India para encontrarse con él, aun sabiendo que todavía no podrían traerlo de regreso con ellos. Y se enamoraron de él. «Sus ‘madres’ del orfanato, con las que sigo en contacto, fueron maravillosas. Me dieron un niño cuidado y amado», dice. Y se emociona. Ellos fueron quienes entretuvieron a Tiziana y Daniel con videollamadas secretas y fotos durante el largo año que llevó traer Rivu a España.
Hace apenas un año volvieron a viajar. Esta vez fue la última. Pero Rivu ni siquiera quería verlos. Con ellos no podía dejar de llorar. «Al cuarto día nos miró y sonrió. A partir de ahí todo fue amor. Él es siempre pegado a miy me encanta.» Dicho esto, es una historia feliz.
Los ‘secretos’ de la adopción
La búsqueda de un hijo cuando nada es fácil tiene muchas sombras. Tiziana los conoce bien. Empezando con la reproducción asistida: «Nadie habla de fracasos. Siempre te dicen que lo lograrás, que perseveres. Es muy imprudente y profundiza el dolor cuando no lo haces».
Continúa: “Adoptamos a nuestro hijo de la asociación Niños sin fronteras. Fue lo mejor que pudimos hacer. Siempre fueron transparentes sobre los procedimientos. ‘No pregunten sobre plazos para tener un hijo porque no les voy a contestar’, nos dijeron.’ Tiziana recuerda que otra entidad, sin apenas conocerlos, les aseguró que tendrían un hijo en seis meses. Es un río turbulento donde se hacen objeciones. A veces no están ahí ni se espera que estén.
Más melones: opacidad y cierto olor racista. «Hay países y agencias intermediarias que no informan sobre el estado de salud de los niños. Esto ocurre especialmente con los caucásicos. Saben que muchas familias prefieren niños blancos y rubios a los que no tienen que revelar su origen», sostiene.
Tiziana considera buenos todos los obstáculos vividos: «Luchamos con uñas y dientes por nuestro hijo. Si hubiera sido más fácil, Rivu no habría sido nuestro. Seguramente él habría sido maravilloso, pero él no».
¿Es la adopción el último paso para tener un hijo?
Muchas parejas pasan por dificultades iniciales similares a las de esta pareja pero no consideran la opción de la adopción. Nagore Uriarteembriólogo y psicología Asociación Nacional de Redes Infértiles explica: «La mayoría de las personas con problemas de fertilidad no se plantean la adopción. Sugerirlo suele interpretarse como una falta de confianza en sus capacidades». Por ello, suelen afrontarlo como su “última opción”.
La resistencia a pasar por este proceso, continúa Uriarte, se debe a la incertidumbre de lo desconocido. «Las desganas más comunes suelen ser el miedo a no poder generar un vínculo sano con el niño, si nos rechazas«, el miedo a no saber gestionar las necesidades que pueda tener el bebé, la posible existencia de enfermedades, la duda de decírselo o no, etc.»
¿Cuál es el momento en el que hacen ‘clic’ y superan sus dudas? Uriarte subraya que no hay reglas: «Hay mujeres para las que la maternidad sólo puede comenzar con un embarazo, por lo que la adopción no es una opción. En cambio, hay otras que asocian más la maternidad con el cuidado, con el vínculo». la transferencia de experiencias, por lo que la adopción es viable cuando el resto de opciones no son una garantía”, concluye.