Las mujeres viven más pero tienen peor salud que los hombres, según un estudio sobre la brecha de género en salud
Un estudio empírico publicado en The Lancet Public Health y realizado para toda la población de Alemania durante un período de 19 años (2003 a 2021) concluye que Las mujeres viven más años que los hombres, pero con peor salud. Hasta donde sabemos, este es el primer análisis de brecha de género en salud y esperanza de vida que analiza las diferentes causas de muerte, así como los grupos de edad entre los distritos menos y más desfavorecidos.
Según esta investigación, los hombres se ven afectados desproporcionadamente por condiciones que causan muerte prematura, como enfermedades cardiovasculares, respiratorias y hepáticas, Covid-19 y lesiones provocadas por accidentes de tráfico. Si bien se ven afectados por condiciones no letales que causan enfermedades y discapacidades como problemas musculoesqueléticos, problemas de salud mental y trastornos de dolor de cabeza.
Alrededor de brecha socioeconómica En cuanto a la esperanza de vida, indica el informe, se necesitan esfuerzos eficaces para prevenir muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares y cáncer en poblaciones socioeconómicamente desfavorecidas. «La prevención y el control del cáncer se están convirtiendo en un campo de acción cada vez más importante en este sentido».
Además, llama la atención que las malas condiciones socioeconómicas se hayan establecido como causas fundamentales de muerte, incluso «en países de altos ingresos con sistemas universales de atención de salud y estados de bienestar generosos«.
MÁS AÑOS PERO MENOS LENTES
Suelen sobrevivir, como lo demuestran los datos de España, donde la esperanza de vida es de 80,3 años para los hombres y de 86,1 años para las mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística (INE 2021, últimos datos disponibles). En Eurostat (2022) liderar el 10 mejores europeo con una media de 83,2 años, seguida de Suecia (83.1), Italia y Luxemburgo (que tiene una media de 82,7 años). En Alemania, país objeto del estudio, la situación es similar, una media de 81,7 años, los hombres viven 78,7 y las mujeres 84,8. Pero, llama la atención el estudio, las enfermedades que padecen las mujeres en esa edad avanzada no cuentan con financiación suficiente. “Les falta suficiente inversión en comparación con el enorme carga que llevany sólo una pequeña proporción del gasto en salud pública en todo se asigna a las enfermedades mentales», afirman los autores del informe en sus conclusiones.
Gabriela F. Gil, del Instituto de Medicina y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington y coautora de este estudio, explica a ZEN que las diferencias de género pueden afectar profundamente los resultados de salud. Las limitaciones del estudio, señala, son aquellas causas multifactoriales que no se detallan en la investigación, pero que permitirían comprender mejor esta dinámica de mayor carga hacia ellos. “Tenemos que recurrir a datos más holísticos junto con análisis descriptivos de dónde hay diferencias. «La siguiente fase de nuestra investigación tiene como objetivo comenzar a desentrañar algunos de estos factores y cómo contribuyen a los patrones que observamos».
Sin embargo, el experto recurre a una amplia gama de literatura existente. «Estos estudios sugieren que tanto los factores biológicos como los de género, incluidas las diferencias hormonales, Normas sociales y prejuicios de género. en entornos sanitarios puede contribuir a diferentes patrones de dolor de cabeza y trastornos mentales diagnosticados», explica.
CONCLUSIONES
La mera existencia de las diferencias observadas habla de la necesidad de estrategias conjuntas, informadas por género y género, que reconozcan las diferentes necesidades de salud de las distintas poblaciones, advierte F. Gil. «Nuestro análisis específico por edad destaca la necesidad de intervenciones transformadoras de género tempranas y específicas. prevenir el surgimiento y agravamiento de diferencias entre mujeres y hombres jóvenes.
Otra conclusión importante de sus hallazgos es, según la investigadora, «la necesidad de fortalecer la financiación, la investigación y las políticas para las condiciones que afectan desproporcionadamente a las mujeres, dada la creciente población de edad avanzada que muchos países enfrentan y la histórica falta de atención que muchas de estas condiciones han recibido.
El aporte fundamental de este estudio, afirma, es que la planificación del sistema de salud «debe adoptar un enfoque que tenga en cuenta las cuestiones de género y diferentes patrones de salud observado entre mujeres y hombres». Esto requerirá datos más detallados sobre sexo e identidad de género cuando sea posible y seguro recopilarlos, dice: «Los datos de género seguirán utilizándose para contextualizar y abordar los diferencias de salud lo que percibimos”.