13 de noviembre de 2025

De destruir el fondo marino a alimentar y proteger la vid, la otra vida de las algas asiáticas

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Llegó como polizón en grandes buques mercantes procedentes del océano Pacífico, de Japón, China, Corea o Filipinas. Agazapado en los tanques de lastre de estos gigantes, primero se deslizó hasta las costas de Ceuta, luego fue visto en el Estrecho de Gibraltar y desde allí se expandió tan rápidamente que en apenas nueve años se extendió hasta las costas catalanas. Se la conoce comúnmente como alga asiática, aunque su nombre de bautismo es Rugulopteryx okamurae, y es el protagonista de una invasión tan silenciosa como masiva lo que frenó la biodiversidad del fondo marino del sur y del este.

Es capaz de vivir desde los 30 metros de profundidad hasta zonas intermareales y Se adhieren a piedras, cangrejos e incluso otras algas.. Destruye corales y desplaza bancos de peces y otras algas. Por no hablar del efecto sobre el turismo, que huye de las malolientes esteras que se forman en las orillas de las playas. Es tan destructivo que En 2020, el Ministerio de Transición Ecológica la declaró formalmente especie invasora.

Pero el alga asiática puede tener otra vida, una reencarnación en la que deje una huella positiva, en la que en lugar de destruirla contribuya, por ejemplo, a mejorar la protección y producción de uva para la poderosa industria vitivinícola española.

Decidido a dar esa segunda oportunidad. Rugulopteryx okamurae Hay un equipo del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa), dependiente de la Junta de Andalucía, que trabaja desde hace varios años para encontrar una manera de controlar esta especie invasora a través de dos proyectos en un fungicida y fertilizante natural para viña para convertir. Llamaron Seawines y Ecovid. El primero está más avanzado y el segundo aún está en fase embrionaria, pero si los resultados son positivos se encontrará una solución a lo que ahora es sólo un problema.

Agente contra plagas de la vid

Así lo afirma Belén Puertas, investigadora de Ifapa Las algas asiáticas son ricas en polisacáridos, lo que permitirá su uso como fertilizante o bioestimulante para la viticultura. Pero encima de estas algas de color marrón También tiene un importante contenido de cobre.lo que abre la puerta a que pueda utilizarse para combatir las dos plagas más peligrosas de la vid, el mildiú y el oídio, una auténtica pesadilla para los viticultores.

El primero, «ya en su apogeo», afirma Puertas, cubre de manchas las hojas, reduciendo la capacidad fotosintética de la planta, además de atacar al racimo, cuyo crecimiento queda paralizado. El resultado, una reducción de la cosecha. El segundo, el oídio, es aún peor, parte la uva y la seca, afectando a la calidad de la uva y del vino.

Las dos plagas suelen combatirse con tratamientos químicos. Y lo que están haciendo los investigadores del proyecto Seawines del Centro Ifapa de Jerez de la Frontera es probar un extracto de algas asiáticas que las sustituya. Para ello recogen algas en la costa de Algeciras y, tras identificarlas y analizarlas genéticamente para no confundirlas con otras parientes, las liofilizan (secan congelándolas) y las trituran hasta convertirlas en polvo. que luego se disuelven en un medio acuoso a 80 grados centígrados y bajo agitación constante.

Prueban el extracto obtenido junto con otras cuatro fórmulas: tratamientos químicos, ecológicos actuales, agua simple y el extracto de otra alga, ésta autóctona, la ulva lactuca, lechuga de mar. El objetivo es comparar los resultados y sacar conclusiones a partir de ahí. Hay dos campos de ensayo, la finca Rancho La Merced, de Ifapa, y la finca La Grajera, del Instituto de Ciencias de la Viña y el Vino de La Rioja, que colaboran en la investigación.

Puertas lo explica Los resultados pueden llegar durante este año, ya que las condiciones de sequía y falta de humedad de la campaña 2023 la convirtieron en una cosecha anormal debido a la virtual ausencia de enfermedades con las que se encuentra el extracto de Rugulopteryx okamurae y las lluvias que cayeron en estos meses, sin embargo, trajeron de nuevo las plagas. «El molde ya está aquí», afirma Puertas.

La otra línea de investigación, la denominada Ecovid, se centra exclusivamente en estudiar las propiedades de las algas asiáticas como bioestimulante y como fertilizante y trabaja con algas recogidas en ocho momentos diferentes en la costa de Gibraltar y en Motril (Granada), desde el año pasado hasta 2025.

En este caso, el alga cruda no se utiliza, sino que se fermenta para extraer, sobre todo, los hidratos de carbono que se encuentran en su composición y que pueden convertirse en un potente fertilizante natural para la vid. Antes y después de la recolección, el proceso implica la caracterización genética del alga, verificando que se trata de algas asiáticas y su contenido en nitrógeno, carbono y azufre.

El proyecto Seawines, liderado por Emma Cantos como investigadora principal y en el que también participan el Instituto de Ciencias de la Viña y el Vino de La Rioja, Neiker y la Universidad del País Vasco, arrancó en 2021 y debía finalizar este año, pero ha sido ampliado hasta mayo de 2025, mientras que Ecovid, del que Belén Puertas es investigador principal, tiene un horizonte temporal de 2026.

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