16 de marzo de 2025

Dos de Mayo en Las Ventas: Espada escapa de una emboscada de tres hombres de honor

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Para la Corrida Goyesca del Dos de Mayo se han cuidado todos los detalles menos el toro. Fernando Robleo, Javier Cortés y Francisco José Espada -ay, qué cerca estuvieron del éxito-, los tres toreros de Madrid, a los que nunca les pedimos DNI (y de eso seguimos presumiendo), se estrellaron sin nada que los proteja. ! a corredor de El Montecillo qué factores de riesgo se han acumulado en su contra: edad, (sobre)peso, complexión -cajas, rostros y volumen- y finalmente un juego huérfano de valentía y compromiso, pero no exento de complicaciones y dureza. Una emboscada para tres hombres de honor.

Un toro de terrible severidad, hecho cuesta arriba y con el hocico bulboso, inicia la tremenda corrida, prácticamente cinquea en su totalidad. La totalidad, por cierto, promedió unos escandalosos 601 kilos en la báscula. En esas cajas gigantes cabe todo. Fernando Robleo – se convirtió en el primer director de la Escuela Taurina de Madrid activo y por tanto el primero en el cargo en hacer el passello en Las Ventas- pronto sintió el freno y el bloqueo de un animal rudo, inseguro, con pocas ganas de atacar y sin nadie a quien humillar. Todo resumido y marcado en la mala pelea a caballo. Robleo plantó su valiente faena, iniciando con el doble under, a su altura, por la derecha, aprovechando la corta distancia. El viento, para más inri, derribó el taburete en el que nunca se vio al tóraco en su interior. Y menos, claro. FR solucionado con un veterano, sin dificultad. Y enterró media estocada letal por culpa de la dura experiencia que conlleva 24 años alternando entre pedernales.

Las perspectivas no eran mejores para un hombre vestido, bootinero y torero, que compartía con su «hermano» la falta de valentía y devoción, la incapacidad de colgarse y un cuerpo tan lleno de carne que se convertían en toros sin cuello. O al menos, si lo tuvieron, no lo usaron como Dios mandaba. Javier Cortés milagrosamente, basándose en mucha verdad, consiguió partes en ambas manos -sobre todo en la izquierda- entre espejismos de ataques por debajo del palo… Antes de rendirse. Matar -esa espada como cruz de su vida- la cosa se ha vuelto tan compleja que queda flagelada y lo poco, o mucho, vencido, según se mire, se ha diluido en el silencio.

Por el tercero había un castaño que, como los anteriores, se lanzaba hacia la montaña, vencía y tenía una maza como los caballos de Rubens. Nada bueno para su crédito. Y todo en proceso Francisco José Espada. Que en el prólogo y en el epílogo optó por las alturas -respectivamente por las estatuas y por las bailarinas-, y entre una y otra quedó eleva el juego al límite, templándose incluso en manos derechas de mérito indiscutible. Corazón y más corazón. En cuanto quiso flanquear, el toro sacó un cuchillo y un toro. Un despeje redujo el calor de la multitud a una gran ovación.

Robleo regresó y encontró una habitación (la única, aunque no lo parecía) que hacía «hermosa» la primera. Intentó humillar, pero quedó como un tonto, se tragó el primer golpe de muleta y nada más, hizo un hilo. Luego con el acero que ya era un quinario.. A Cortés le pasó casi lo mismo de otra manera con un quinto fuertemente armado que viajaba (por así decirlo) en un palo. Sin enfado pero sin importarle. Toda la suavidad que añadió JC desapareció con la espada incierta. Y el último -610 kilos y parecía que cabía aún más en su esqueleto- reclamó toda la capacidad de Espada, siempre entra en el tercer muletazo. No sólo los igualó, sino que cuando extendió su mano izquierda despertó la plaza y despertó a las corridas de más kárate, y dibujó naturales que valieron la pena -por el lugar que pisaron y la larguísima fila-. – su peso en oro. Pero el mal uso del estoque sepultó el final de un camino que debería haber terminado en triunfo.

Monumento a las Ventas. Jueves 2 de mayo. Corrida de toros goyese. Las tres cuartas partes de la entrada (más de 18.000 espectadores) El Montecillo Bulle; todos los Cinqueos excepto (4); muy discapacitados, sin valentía ni devoción ni humillación; duro

Fernando Robleo, en hilo blanco y negro. A mitad de camino (saludos); Dos agujeros, uno profundo y tres locos. Aviso (silencio).

Javier Cortés, de hilo escarlata y negro. Dos estocadas profundas, una estocada trasera, un contraataque y dos ataques locos Advertencia (silencio); Medio suelto y tres locuras (silencio).

Francisco José Espada, en gris perla e hilo negro. Pinchar y empujar (saludos); dos golpes y contragolpes (saludos).

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