Europa espera noticias con curiosidad, pero sin preocupación alguna
El anuncio del pasado miércoles por parte del presidente de la Gobierno Esto sorprendió tanto a los líderes, funcionarios y diplomáticos europeos como a los españoles, pero con mucha menos información y contexto. Las primeras reacciones fueron de incredulidad e incomprensión, pero con mucha más curiosidad que preocupación. Todos recurrieron a fuentes y colegas para preguntar qué estaba pasando, las repercusiones y los escenarios más probables. Y sin entender muy bien la situación, la pregunta más común fue cómo afecta a los delicados equilibrios de poder continentales y si de alguna manera acabará con Pedro Sánchez en Bruselas.
Hay muy pocas figuras europeas que han hablado públicamente sobre la extremadamente extraña medida del presidente, y es lógico que quienes lo hayan hecho lo hayan hecho en privado. Por muchas razones. La primera, que en Europa hemos visto de todo en la última década, del drama griego de 2014-2015 que una bomba impensable cada semana para el delirio permanente de la Brexit. Por no hablar de los políticos catalanes que llegan en coche Bruselasse plantean pedir asilo, acaban contratando abogados para defender a los etarras escondidos en Bélgica y acaban siendo eurodiputados tras llevar a manifestarse a decenas de miles de personas con lazos amarillos.
Por la capital belga desfilan cada día todo tipo de personajes y causas y los gobiernos van y vienen rápidamente, por lo que no hay historia si no hay una inestabilidad evidente, una tormenta económica o la llegada de un euroescéptico. Pedro Sánchez, con apenas seis años en el poder, es uno de los más veteranos de la Consejo europeo. Tal salida o un posible cambio de gobierno es relevante, pero no el fin d. Pero si nadie habló, excepto el alcalde de RomaEl Primer Ministro Albans o el grupo de los Socialistas Europeos (presididos por el habitación europea para España) y poco más lo es por razones más prosaicas. Porque no saben interpretarlo y porque nadie quiere que le pillen los dedos o que lo interpreten como una interferencia si estamos ante un cambio de ciclo. En el UE La página pasa increíblemente rápido y el protagonista de hoy no recuerda a nadie mañana. Si termina en elecciones y/o cambio de administración, nadie se va a hipotecar. Y menos cuando el complicado rompecabezas de las posiciones europeas de la próxima legislatura tiene que resolverse en unas semanas.
Las fuentes consultadas durante los últimos cinco días apuntan sistemáticamente en esa dirección y sólo en esa. Que haya cambios es algo cotidiano, pero una salida de Sánchez tiene repercusiones evidentes. Los socialistas no pueden permitirse el lujo de perder un bastión en tiempos delicados. Inauguran gobiernos de coalición Alemania, Eslovenia y malta, nada mas. Y Eslovaquia formalmente, aunque con un populista expulsado del partido a nivel europeo. De ahí las implicaciones y el sudor de la izquierda ante una posible derrota en las urnas y la alegría de los enemigos conservadores del presidente, que no son pocos.
El último elemento es si el presidente español tiene ambiciones en Bruselas. En las quinielas se repite, aunque sólo se trata de especulaciones y dependerá del resultado de las elecciones europeas del 9 de junio, de que un socialista puede o debe ocupar la sede del Consejo Europeo, y hay pocos candidatos reales. El portugués sonaba y sonaba. antonio costa casi único, pero aún se desconoce su situación político-judicial. Entonces, si Sánchez aspirara y se postulara para el puesto, al menos se habría ido. No es fácil, y tiene varios factores que están muy en contra, pero también a favor. Y su mero interés, o cualquier giro inesperado que le lleve a las listas o como candidato a comisario, es lo realmente interesante o preocupante ahora. Todas las miradas estarán hoy puestas en Madrid, pero más con palomitas para el espectáculo que con pañuelos para el drama.