8 de diciembre de 2024
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Actualizado

¿Qué más podemos esperar? Rafael Nadal? Este sábado, en el día señalado para su despedida del Masters 1.000 de Madrid, con Felipe VI En el palco para homenajearlo en caso de que el descanso se complete, el español volvió a mostrar su gusto por las batallas para lograr la victoria ante Alex de Miaur, décimo cabeza de serie, y se clasificó para octavos de final, ronda en la que no se contaba con él. Gané 7-6 (6) y 6-3, en dos horas y dos minutos y jugaré este lunes los octavos de final contra Pedro Cachín.

El escenario quedó listo tras sus palabras tras la victoria ante Darwin Blanche, en el que anunció que sería la última vez que jugaría el torneo y que se sorprendería al ganarle a su próximo rival, el mismo que la semana pasada lo derrotó en octavos de final del Conde de Dios. Ante esta hipótesis, pronto se activaron todos los protocolos para despedir a la ganadora de 22 títulos de Grand Slam, ex número 1 d y cinco veces campeona del torneo.

En un ambiente propio de una final importante, con momentos en los que dominó con su derecha como en sus mejores días, Nadal desafió sus propios pronósticos. Jugó un primer set de una hora y 16 minutos, sin importarle conceder las primeras cuatro bolas que tuvo para hacer suyas en el desempate, dejando que el australiano cargara con todo el peso de su pájaro de leyenda.

Entregado públicamente

«¡Viva Rafa!», «Viva el Rey», «Viva España», se escucharon en ordenada secuencia con un fondo atronador, de modo que quedaron claras las inclinaciones de buena parte de los 12.500 espectadores que llenaron la cancha. Manolo Santana, cubierto por el techo retráctil debido a la lluvia. Esta eventualidad tampoco favoreció a Nadal, cuyo tenis alcanza su mejor expresión al aire libre y al nivel del mar.

En su tercer partido tras el torneo de Brisbane, donde volvió a lesionarse a principios de año, Nadal no se contentó con afinar su aún incierta forma física, sino que se sintió competitivo y, empujando desde la grada, buscó una victoria que pudiera será un punto de inflexión en su rodaje de Roland Garros. Aún le queda mucho por hacer, incluso aumentar la velocidad de su tiro, que no ha llegado a los 190 kilómetros por hora, pero seguro que esta victoria, por el competidor, por el escenario y por la forma en que lo hizo. tuvo lugar, su espíritu decaído se fortalecerá. Poco a poco, Nadal empieza a parecerse a Nadal.

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