18 de enero de 2025
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Juan Manuel Serrat ganó el Princesa de Asturias de las Artes 2024un precio que es demasiado un reconocimiento a la música popular como una de las formas de arte más elevadas. Si esta categoría de la Princesa de Asturias ha destacado durante más de cuatro décadas a arquitectos, cineastas, escultores y músicos de ópera y clásica, este año otorga el mismo significado y resonancia cultural a las canciones que nos acompañan en el bar, en el coche o en la radio, donde Serrat lleva más de medio siglo siendo imbatible.

Las canciones de serrat fueron la lengua franca de varias generaciones de españoles, un espacio común, un patio de juegos colectivo y al mismo tiempo un refugio íntimo. La gente las ha hecho suyas porque son canciones de personas, por eso sus frases corren por la casa y sus melodías zumban como plaquetas por la sangre de la tierra. Son moléculas que han desaparecido por el aire y el agua y se han infiltrado en esta tierra para siempre.

La celebración de la vida de Joan Manuel Serrat no es baja cultura como tampoco lo era baja cultura Paco de Lucía en 2004, Bob Dylan en 2007 y Carmen Linares en 2022, los otros tres ganadores de música popular de un total de 52 en la categoría de Arte de la Princesa de Asturias. Joan Manuel, Juan para sus amigos, es hoy aclamado como uno de los creadores españoles más importantes e influyentes de nuestra cultura.

Serrat se despidió de la música antes de que la música se despidiera de él, a ser posible, durante una larga gira que finalizó en diciembre de 2022; En Barcelona, ​​por supuesto. «Yo estaría aquí y cantaría hasta que se me cayera la bola, pero tampoco estás de humor para hacer espectáculos», se disculpaba en aquellos conciertos restándole importancia al asunto, que era una de sus especialidades.

Ese último concierto, en Nochebuena, puso fin a una aventura de seis décadas durante la cual el cantautor convertir la vida cotidiana en poesíapoesía en la música y música en la vida cotidiana, un círculo virtuoso que tuvo sus mejores momentos durante los años 70 y 80, cuando Serrat componía y cantaba desde la abundancia artística, maduro, sensible y ambicioso.

La fragua de este rebelde, amable y contundente, fue la nueva oportunidad de los años 60, esa canción de un escritor militante que pronto se le quedó pequeño mientras se licenciaba en ingeniería agrónoma, lo cual no es poco, porque este barcelonés también era un paisano. El régimen franquista censuró su música tras el rechazo a Eurovisión por parte de negarse a cantar El el el en español, pero el fuego que se convertiría en su música ya estaba fuera de control. La chispa saltó en 1969 con el álbum Dedicada a Antonio Machado, poetacon arreglos de Ricard Miralles, artífice de su sonido, un éxito maravilloso, y la llama se expandió definitiva e inmortalmente en 1972 con Mediterráneoun disco tatuado en la piel de nuestro país.

Sus canciones forman un conjunto armonioso de nostalgia y buenos deseosde personajes atractivos y de dolor y rabia, de melancolía y derrota, y de alguna victoria, pero pequeña. Para millones de oyentes aquí y en América Latina, donde era intensamente admirado, Serrat era un rebelde contra la injusticia y un modelo moral.

En su música reivindicó fanáticamente la música popular, y esto es una decisión estética, pero sobre todo ética: en sus discos, Serrat intentaba estar abierto a todos los oyentes, despreciaba el elitismo cultural y, como él, cantaba para el pueblo. la gente. Si alguna vez hubo sofisticación o estilismo, siempre fue con cierto aire divertido o desenfadado, porque Serrat siempre había sido un creador intenso que prefería parecer ligero. Mucho vibrato, sí, pero también mucha ironía..

A sus 80 años y cuando ya no puede demostrar su valía, La princesa de Asturias le premia a tiempo y con justiciaque es lo mejor que le puede pasar a un escritor inolvidable.

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