Anabel Alonso: «Tengo carácter y puedo tomar café muy malo, y leche mala también»
Anabel Alonso (Baracaldo, Vizcaya, 1964) recibe en el Teatro Reina Victoria a METRPOLI, que será tu segundo hogar los próximos dos meses. Ah, en el elegante espacio del astro de la Carrera de San Jerónimo del 18 de abril al 21 de junio la celestinauno de los grandes clásicos del teatro español cuya versión de Eduardo Galán fue dirigida por Antonio Castro Guijosa nominado a los Premios Tala 2024 que se celebra el 22 de abril.
Acompañada en escena por José Saiz, Víctor Sainz, Claudia Taboada, Beatriz Grimaldos y David Huertas, la polifacética actriz vasca da vida el proxeneta más famoso de la literaturaun papel que asume, según ella misma, como un doble reto: «El primero, el de ser una digna heredera de mis predecesoras, como Nria Espert, Irene Gutirrez Caba o Amparo Rivelles, primeras y muy buenas actrices que Ya interpreté este personaje. Y luego, «poder ponerme en la piel de un icono de la literatura de nuestro país, junto a Don Quijote y Don Juan».
Anabel sonríe, de buen humor, una actitud que nunca la abandona: «Ella debe estar presente en la vida de todos, incluso a pesar de nosotros. Tengo un referente en mi madre, que pasó por muchas tragedias, pero tenía un buen sentido de la vida». humor.» y siempre hace que todo sea más llevadero y digerible», afirma.
- No es común verte en papeles tan serios, ¿verdad?
- Es un personaje importante. Y es cierto que tiene su drama, pero también tiene mucho humor, no en vano se llama «La Tragicomedia de Calisto y Melibea», aunque Celestina perdió el foco y se quedó con el título, pero está muy sazonada, Tiene humor, tiene verdad. Tiene drama, tiene tragedia, tiene muchos colores. Y luego hay muchas Celestinas en una porque, según con quién esté emparentada, es de una forma u otra. Él le da a cada uno lo que quiere.
- Dicen que es una versión más nueva, ¿en qué sentido?
- No diría que es nuevo porque todo lo que representamos está en el original; Lo que pasa es que le dimos más perspectiva y más color. En otras palabras, no nos quedamos con el arquetipo de que ella es la mala, la bruja de la historia, sino que es una mujer del siglo XVI que todavía es una sobreviviente que intenta vivir día a día, como ‘una prostituta, restaurando vírgenes, hacer cosméticos, vender hilo, hacer brujería… lo que sea, y está muy orgullosa de todo su trabajo. Por eso creo que ahí vemos la parte más humana de La Celestina que se entenderá muy bien.
- Una mujer que hace un poco de todo, como tú: cine, teatro, televisión… ¿Dónde te sientes más cómoda?
- (Risas) Vaya, es difícil, porque mi trabajo es como un piano, en el que puedes tocar muchas teclas, y cuantas más, mejor. Pero es difícil elegir. Le debo mucho al teatro, comencé allí y es donde siempre quiero volver. También a la televisión, que me hizo popular gracias a series ya legendarias como Los ladrones van a la oficina., Siete vidas y ahora El amor es para siempre. Miro hacia atrás y digo: «Dios mío, he estado involucrado en muchas cosas importantes».
- ¿También has participado en muchos concursos? ¿Qué tiene MasterChef en el que has estado tres veces?
- ¿Verás? Esto es lo que les dije sobre los desafíos. Así soy yo, no sé si es valiente, inconsciente o ambas cosas, pero estoy bien con eso. Y creo que el origen es cuando comencé a ser actriz. Vengo de una familia humilde que no tenía nada que ver con el arte y ser actriz era como ser astronauta. Así que salté y miré dónde estoy ahora. Lo que quiero decir es que hay que probar cosas, hay que arriesgarse, porque además en este trabajo nadie arriesga su vida. No es que un cardiólogo o un neurocirujano cometan un error. Si lo hago mal, ¿cuál es el problema? ¿Mi amor propio? Así que normalmente no me asusto demasiado.
- ¿Cocinabas antes de participar en MasterChef?
- Nada. Nunca. Salí de casa muy temprano y cociné para sobrevivir, con pastas, ensaladas y ahora sé hacer guisos y me encanta. No entendía que “cocinar relaja” y sí, a mí me relaja (risas). Cocino cuando tengo tiempo porque no quiero que sea estrés y prisas. Y sí, sí, lo disfruto.
- ¿Para quién cocinas tus mejores platos?
- A mi esposa y mi hijo. Mi especialidad es la tarta de limón, pero se me da muy bien con legumbres y arroz.
- ¿Cómo se gana el estómago?
- Me gusta mucho comer, pero la verdad es que nunca lo había pensado. Ahora hay tantos restaurantes y tan diferentes que si descubren algo o me llevan a uno nuevo me conquistan. También cuando alguien cocina para mí, porque sé el cariño y el esfuerzo que hay detrás y eso es una muestra de amor muy importante.
- ¿Qué nunca falta en tu mesa?
- Soy muy ecléctica y me puede faltar de todo… No soy una mujer de costumbres. Falta vino, fíjate, falta más pan que vino.
- ¿A quién invitarías a almorzar para conocerte mejor?
- No conozco a Nria Espert y me gustaría.
- ¿Con quién nunca podrías sentarte a la mesa?
- Con cualquier persona intolerante, que niegue a los demás, que niegue la libertad. Digamos que con cualquier persona de extrema derecha o extrema derecha, conduce tanto, conduce tanto. No tengo que aguantar a los fanáticos.
- ¿Eres de los que les gusta el pan, el pan y el vino, el vino?
- En general sí, pero creo que es un poco viejo. Cuando eres más joven eres más cauteloso por la inexperiencia, pero con la edad ya dices lo que te gusta. Me gustan los cumpleaños.
- Eres bastante activo en las redes sociales y te consideran un poco ‘provocador’…
- Me gusta más Twitter que Instagram y no siento que provoque. Doy mi opinión, doy la cara y trato de hacerlo con mucho cuidado. Quiero decir, puedo hacerlo con moderación, con sentido del humor, con ironía, pero nunca ofendo. Aunque entonces Twitter es una especie de corral donde la gente tira la basura y luego tira las cosas y resulta que tú dijiste eso, pero no, lo que pasa es que entonces el enemigos y le dan la vuelta a todo. La primera vez que comencé dije: «Madre mía, cada vez que hablo el pan sube». Lo que no me gusta es que la gente siente impunidad y puede insultar, mentir, difamar y contar bulos sin costo alguno, pero por otro lado tiene esa cosa de democracia de que uno puede reaccionar y opinar sobre algo que pasa en ese momento.
- ¿Compras pan en la primera tienda que encuentras o artesano y de masa madre?
- Suelo comprar buen pan porque debido a la pandemia lo hago yo mismo, de espelta, de centeno… y, si no tengo tiempo, compro unos buenos, no de esos que se ponen gomosos o se llenan después de media hora de agujeros. que no sabes cuáles son.
- ¿Tarta de queso que está tan de moda o tarta vasca?
- Pastel vasco. Nunca he sido un gran fanático de la tarta de queso.
- ¿Algún zumo ‘detox’ por la mañana?
- De nada. Además, casi todos tienen apio y yo odio el apio.
- ¿Has probado alguna vez una dieta milagrosa que lo promete todo?
- Me pongo a dieta y a los diez minutos me empieza a doler la cabeza y me siento fatal. Una vez intenté ayunar y después de cuatro horas tenía dolor de cabeza.
- ¿Cómo te pones en forma?
- ¿Sabes que no hago nada en absoluto? A ver, cuando estoy vestida tengo un ataque, aunque la firmeza ya no es la que era (risas), pero apenas entreno. Los genes influyen un poco, pero a partir de ahora voy a empezar a caminar media hora diaria.
- ¿Por qué necesitas salero?
- A ver, Dios no me llamó por de la peluquería, la costura o el baile. Bueno, soy un gran bailarín cuando bailo porque le doy mucha importancia.
- ¿En qué pones los huevos?
- Apesto en todo.
- ¿Cuándo fue la última vez que te enojaste?
- La nariz te impide girar como un tomate. No recuerdo haber tenido nunca momentos de problemas. No tengo vergüenza ni sentido del ridículo.
- ¿Qué haces con la vida?
- Todo menos la comida, que luego me barniza la boca y no sabe a nada. La vida necesita ser muy, muy salada.
- ¿Qué detiene tu apetito?
- La mentira, la deslealtad, la traición…
- ¿Está ya el horno sandwich en España?
- Bueno, ojo que creo que este es el momento en el que más cojones hay, y hay que ponerse manos a la obra para coger el toro por los cuernos, porque el ambiente es muy pero que muy tenso. Y la tensión proviene de una parte de la política. Habrá que bajar el tono y ver quién polarizó y quién irritó, porque mira, no pensé que iba a ver y escuchar cosas como las que estoy viendo y escuchando ahora. Pensé que ya había pasado, como esos discursos franquistas u homofóbicos o de negar la memoria histórica o de querer retroceder en muchas cosas. Temas como la violencia de género, que creíamos que estábamos superando y ves que no, que de repente aumenta el machismo entre los jóvenes y dices, «¿pero cómo volvemos a esto?».
- ¿Qué has frito estos días?
- Personas que no están satisfechas con lo que hacen, que no se responsabilizan de sus actos, como por ejemplo La Celestina, que sí lo hace. ¿Verás? Me frió mucho.
- ¿Con qué estás coqueteando?
- Series, películas ahora con mi hijo, contarle muchas historias por las noches… Sobre todo los atracones, porque antes leía más, ahora me cuesta más concentrarme, pero leo muchas historias.
- ¿Tienes mal café?
- Sí, quiero decir, tengo mi carácter y puedo tomar un café malo, un café muy malo y también mala leche.
- ¿Cuándo fue la última vez que montaste una gallina?
- No suelo criar gallinas, pero lo que realmente me molesta en el trabajo es cuando la gente no hace lo que se supone que debe hacer. Me enferma y a veces me pone nervioso o impaciente.
- ¿Hay algo que te amargue de la vida?
- Lo único que puede amargarme la vida es el dolor y el sufrimiento. El resto, no, porque ni siquiera la muerte, que es algo inherente a la vida, pero el dolor y el sufrimiento son difíciles de soportar.
- ¿Cuál fue tu momento más dulce?
- Cuando nació mi hijo hace cuatro años, porque era algo que ya no esperaba, algo que ya había descartado que me pasaría en mi vida. Así que fue como un regalo que tengo que pellizcarme todos los días para saber que es real.
- ¿Quién es el perejil de todas las salsas?
- Además de mí, que puedo poner cualquier canal de televisión en cualquier momento y puedo salir a hacer cualquier cosa, creo que Isabel Díaz Ayuso tiene muchos billetes para ser el perejil de todas las salsas.
- ¿A qué sabe la fama?
- Pues yo diría que es una fragancia dulce, muy dulce, agradable y nada cansada. Pero, en cualquier caso, hay que saber digerirlo. Sí, en boca es muy bueno, pero hay que saber digerirlo.
- Un último brindis y por qué.
- Bueno, tenemos que brindar por la vida porque eso es lo que tenemos.