Elecciones vascas 2024: La cumbre con Bildu, 65 años después: más de una decena de reconstituciones, un asesinato, nueve secuestros y 12 años de blanqueo
La última corriente de la izquierda radical nacionalista llega a estas elecciones con la opción de convertirse por primera vez en la fuerza más votada en el parlamento vasco. EH Bildu superará así el apoyo popular que tenía Herri BatasunaEuskal Herritarrok, AuB, HZ, AG, ASB, PCTV, Batasuna, Amaiur….
Su rival, centenario y con su misma marca, está empeñado en este sprint hacia las urnas para recordar, sin ser tan explícito como el PP, quién es realmente EH Bildu. «¿Pero cuánto ha cambiado? ¿Será verdad?» son las preguntas retóricas, con respuesta implícita, que se escuchan en los mítines del PNV.
El ascenso de esta coalición -Euskal Herria Bildu nació en 2012 de la unión de Sortu, Eusko Alkartasuna, Aralar y Alternatiba- se produce en la medida que se aleja de su pecado original. Al menos cronológicamente, porque ETA dejó de matar en 2010 y anunció su disolución en 2018. Los nuevos votantes No han experimentado el terrorismo. que apoyó a la izquierda nacionalista radical, permitiendo que la actual candidatura se presente como una formación focalizada y alejada del radicalismo.
También cambia su cara principal, que ahora es la de Liebre Otxandiana, un ingeniero de 41 años que encaja en la renovada imagen que EH Bildu pretende presentar de cara al «nuevo ciclo» al que el candidato se refiere constantemente. Para esto era necesario que el eterno Arnaldo Otegi deje de intentar ser lehendakari. No porque no siga siendo el principal referente de la formación, de la que es coordinador general, sino porque el resultado del cotejo electoral no da el mismo resultado con la cara al frente.
Además de erigir décadas como imagen del movimiento independentista pro-ETA, él mismo fue declarado culpable de secuestro terrorista, glorificación del terrorismo e intento de reubicación de la ilegalizada Batasuna a través de Bateragune. Un palmarés si lo comparamos con el que le atribuyen las Fuerzas de Seguridad -aunque no la Justicia- y desvelado por : participación en nueve secuestros y un asesinato.
El blanqueamiento terrorista parecía calar entre los entrevistados, pese a que, en realidad, la condena al terrorismo nunca había llegado, ni siquiera de forma implícita. Tras más de 850 asesinatos a espaldas de ETA, EH Bildu y su entorno, en los últimos años han salido mensajes de comprensión por el dolor de las víctimas, pero nada ha resonado contra la banda. Una estrategia muy similar a la de algunos presos de ETA en las cartas enviadas al juez de supervisión penitenciaria para empezar a recibir los permisos. Después de la Audiencia nacional Algunos mensajes que no mostraban ningún remordimiento real no le ayudaron. Tampoco ayudó que no hubiera señales de cooperación para intentar arrojar luz sobre los más de 350 asesinatos aún pendientes de resolver. Los presos no cooperan y EH Bildu sostiene que el intento de hacerlo son cosas del pasado que ya no deben eliminarse. Este es el mismo argumento que esgrimen contra los intentos de las víctimas de que algunos jefes de bandas respondan ante la Audiencia Nacional por asesinatos cometidos bajo su liderazgo.
En el ‘rebranding’ emprendido por la marca nacional, incluso la independencia del País Vasco desapareció como eje. Ha sido reemplazado por mensajes de centralidad y progreso social que, al menos a nivel teórico, son difíciles de rechazar. El resultado es que los votantes jóvenes se inscriben en una de las muchas facetas (conciencia ambiental, vivienda, salud) que la coalición está impulsando. Al mismo tiempo, EH Bildu conserva la voz veterana que ya apoyó la marca electoral que jugó cuando el terrorismo aún era rampante.
El porcentaje de votos que le den las encuestas para el próximo 21 de abril supondrá un techo para la formación nacionalista. El CIS te concede la 33% de los votos, lo que se sitúa casi seis puntos por encima de su mejor resultado en algunas autonomías (27,6%), el que obtuvo en las elecciones de 2020. En 2016 el apoyo fue del 21,1% y en 2012 del 24,6%.
La reciente encuesta Sigma Dos para ofrece datos muy similares, con un 32,9% de apoyo a EH Bildu, sólo 1,9 puntos por debajo del PNV, lo que supone un empate técnico.
Los resultados de otras elecciones municipales o generales no permiten comparaciones homogéneas, pero sí revelan la inercia que tanto valoran los moscopistas. Y la de EH Bildu va claramente en aumento. En las últimas elecciones generales ganó en el País Vasco los mismos 5 asientos que el PNV, que apenas le supera por unos cientos de votos. Un sexto representante por Navarra los presentó ante los Jeltzales en el Congreso.
Continuó la inercia de las elecciones municipales de 2023. De nuevo, aunque el número absoluto de votos fue algo inferior, EH Bildu obtuvo 1.050 concejales, frente a los 981 del PNV. En esas dos elecciones, EH Bildu superó los puntos conseguidos en los comicios anteriores, ya que todos los sondeos dan por hecho que tendrán lugar el próximo 21 de abril.
Desde la aprobación de la Constitución hasta las ilegalidades que sacudieron el frente político de ETA un cuarto de siglo después, Herri Batasuna recibió un apoyo de entre el 14% y el 18%, muy por debajo del 33% que se le pronosticaba hoy. La Ley de Partidos de 2002 metió a la izquierda independentista etarra en un atolladero del que intentó salir con bailes de siglas. Sus resultados no fueron buenos y recién empezó a ver la luz en 2012, cuando el Tribunal Constitucional modificó la decisión del Tribunal Superior y dio luz verde a Sortu. De esta forma se abre la puerta a las elecciones al partido que ahora, bajo las siglas EH Bildu, intentará dar el último paso de la campaña que le falta para ganar las elecciones al Parlamento Vasco.
Que pese a tanto esfuerzo las cosas no hayan cambiado mucho en la marca abertzale se refleja en el hecho de que en las últimas elecciones municipales propició que decenas de personas fueran condenadas por terrorismo, varias de ellas por delitos de sangre. Igualmente significativo de la nueva estrategia es que, cuando surgió debido a una queja de Covite, Otegi dijo que no se habían dado cuenta.