
El fútbol tiene una lógica clara. El que juega mejor con el balón suele ganar. Y no es la cuestión de quién lo tiene o lo toca más. Es la cuestión de quién se lo pasa mejor. Y en eso, Chelsea fue superior en Bucarest y en Londres. Porque se esforzó más por ello, porque supo esperar sus momentos para vencer a Oblak. No hay hit para la segunda ronda del equipo londinense. Si hay un Atlético, problemático y reservado en la ida, es de mala educación en los pases de la vuelta para dar esperanzas de éxito. Esa lógica sobre el manejo colectivo de la pelota fue abrumadora anoche. Frente a dos equipos que apuestan por la presión avanzada, el que mejor juega con el balón tiene la ventaja. Y el Chelsea dio un repaso al Atlético sobre esto. El equipo de Simeone se quedó en el refresco por su explosiva actuación. A toda velocidad para buscar un atraco en las inmediaciones del Chelsea. Allí quedó varado y no pudo conectar dos pases que le darían resignación.
Lo mismo que quería buscar el Atlético, quería el equipo de Tuchel. El técnico alemán optó por jugar sin una referencia clara arriba cediendo a Giroud. Quería más pelota y más movimiento. Formó un llamativo hat-trick con los finos Ziyech, Werner y Havertz para compensar la ausencia de la sancionada montaña. Entre los tres montaron un juego de asociación que desactivó a los rojiblancos y les dio el mando del juego. La selección inglesa empezó a celebrar porque tenía más claro cómo salir del enjambre provocado por la acumulación de jugadores en la presión. No dolió, pero le dio al box del Atlético y poder recuperar mejor el balón.
La excelencia en el manejo de la pelota y el posicionamiento rompió el plan de Simeone para casi toda la primera industria. La entrada de Lodi por Mario Hermoso supuso un cambio de sistema tras la defensa de cuatro que llegó a la nada. No había carrera brasileña ni ruta Carrasco por ese lado. También estuvieron pocos João Félix, Llorente, Trippier y Luis Suárez. Imposible ante la negación al adelantar a un equipo que se ha convertido en un defecto crónico, y no encuentra soluciones si el competidor empuja la salida del balón. Ni Koke ni Saúl tuvieron la oportunidad de convertir un partido. Sin presencia para traer la calma y detener un partido que iría por el peor camino para su equipo. Kovacic y Kanté les otorgaron un magisterio.
El Atlético sufre, el competidor le esconde el balón y le hace jadear mientras lo persigue. La orden defensiva y su espíritu de gremio esta vez solo le dieron la oportunidad de sobrevivir la primera media hora. Hasta que se encuentre una pérdida bruta contra un libro. Con Werner corriendo por el undécimo carril con una pista despejada. Con Ziyech entrando inadvertidamente en el medio campo para empujar el balón de Oblak cara a cara. En tres pases, el Chelsea Atlético, que con un simple disparo de João Félix, despegó en el descanso.
El fiasco del primer equipo obligó a Simeone a ceder a Lodi y volver a la defensa de tres centros. El cambio de pelaje táctico tampoco se le escapó al Atlético. Chelsea continuó más afilado. Con Werner decidido a dar una demostración de lo que es un goleador que sabe jugar espacios, en el fondo de su cabeza cuándo y cómo caer a las bandas. También porque tiene un equipo que sabe explotarlo. Todo lo contrario del Atlético, que no pudo encontrar un camino limpio y claro para que sus atacantes jugaran con ventaja. Lo que les costó un mundo a los rojiblancos estar en el área competitiva, el Chelsea lo pitó. Oblak tuvo que tomar a Werner uno contra uno, con el talón alemán, y desviar un disparo envenenado de Ziyech por encima del larguero.
Desesperado, Simeone siguió trabajando en busca de soluciones. No con el cambio de Dembélé por Carrasco, ni con el sorprendente Luis Suárez por Correa. Solo la vuelta del Chelsea, que ya se encontraba cómodo con la ventaja de dos goles en el empate, les permitió jugar en el campo contrario. Y allí, sus futbolistas ofensivos también decepcionaron. Si los centrocampistas sufren un naufragio con la presión inglesa, sus jugadores de ataque apenas tienen una jugada para recordar, con la retirada del equipo local. Solo João Félix molestó a Mendy. Predecir para expulsar a Savic por un codazo a Rüdiger en un saque de esquina. Imagen de la impotencia del Atlético, sentenciada en la última pieza por Emerson.
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