
Las restricciones nacionales y las restricciones a la restauración tienen la propagación de las llamadas cocinas fantasma o cocina oscura. Locales, o incluso almacenes, donde se cocina a puerta cerrada. Los clientes alquilan las golosinas gracias a plataformas (Glovo, Deliveroo …) y esta es la ryers los que recogen comida en cocinas encantadas y la entregan al cliente. El fenómeno ha evolucionado hasta el punto de que en Barcelona se están construyendo macro cocinas, algo así como una cooperación con más de 20 cocinas en alquiler. Ya se han disparado las alarmas en el Consistorio anunciando un plan para frenar estos negocios.
Bar Lozano es un pequeño restaurante situado en la Calle de Puigcerdà 202 en el distrito de Sant Martí de Barcelona. Hasta hace cinco años, había una peluquería y una pequeña carpintería en el almacén que tenía de pared a pared. Ambos negocios cerraron y el barco quedó vacío. Así fue hasta hace tres semanas cuando decenas de trabajadores terminaron en el antiguo taller de carpintería. “Nos enteramos que estaban construyendo una macrococina cuando el encargado de obra entró al bar y dijo que si se rompía la salida de humos del Lozano, él no sería responsable”, condenó Verónica Soto, una vecina de la calle. “Nos movilizamos de inmediato. Imagina que un día abres el balcón de tu casa y encuentras una chimenea conectada a la campana extractora de 20 cocinas industriales que están en uso las 24 horas del día. Hemos calculado que pueden hacer miles de servicios al día. Imagínese cómo se mueven los motociclistas y las motos en esta calle. Informamos a nuestros vecinos, especialmente a las personas mayores, de lo que estaba pasando y decidimos prevenirlo ”, dice sin rodeos Soto. El 28 de febrero, una grúa intentó importar material al barco. Los vecinos, “incluso en pijama”, bajaban por la calle a pitar hasta que los trabajadores se marchaban. “Hacemos rosbif cada vez que lo vemos aparecer. Vamos al distrito, pero nos dicen que no pueden hacer nada con la ley en la mano ”, se queja la mujer.
El Consistorio conoce dos macroproyectos de cocinas en la ciudad. Uno en un almacén de la calle Felipe de Paz, cerca de Les Corts, donde quieren instalar hasta 40 cocinas. El ayuntamiento paralizó la obra, pero solo por poco tiempo porque los promotores superaron la superficie edificable. El proyecto de la calle Puigcerdà con 20 cocinas sigue en marcha. No existe infracción legal, pero de momento no han comunicado al Consistorio la actividad que se desarrolla en su interior. Pese a ello, el ayuntamiento decidió frenar estos negocios.
La ERC pidió ayer en la comisión de urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona que la teniente de alcalde Janet Sans informe sobre cómo se pretende enjaular estas macro cocinas. Sans anunció la creación de un “plan de choque” contra las cocinas fantasma. El concejal anunció que era necesario impulsar una ordenanza municipal y un plan de uso para regular esta actividad. “Se trata de una nueva actividad en la ciudad que no está prevista en la normativa vigente”, lamentó el teniente de alcalde. Sans aseguró que los servicios municipales de inspección prestarían mucha atención a estas actividades y pidió ayuda al resto de administraciones. El portavoz de ERC Jordi Coronas, por su parte, pidió al gobierno municipal que detenga los proyectos en curso para revisar a fondo las licencias y regular su implementación con la herramienta más adecuada. Francina Vila de JxCat pidió “creatividad” para ralentizar las cocinas. Celestino Corbacho de C’s animó a Sans a utilizar el ‘marco legal’ actual para detener estos proyectos hasta que tuviera nuevas regulaciones.
Negocios ocultos bajo licencias de alimentos preparados
Carlos Cervera es el gerente de Projectum.es, una empresa de ingeniería especializada en cocinas fantasma desde hace varios años. Projectum.es estudia la viabilidad de este tipo de negocios. Para ello tenemos en cuenta la ordenanza urbanística y la gran pretensión, las aberturas de humos. “De momento no existe una licencia que se adapte a este negocio, por lo que la mayoría de los clientes eligen la actividad de los platos elaborados con una panadería, y si es en una zona industrial, la de un taller industrial”, admite Cervera. Una cocina legal requiere 10 metros cuadrados más un área de almacenamiento y un área de desechos que se puede compartir. Según Cervera, el precio sin equipamiento por metro cuadrado ronda los 500 euros y el equipamiento supera los 30.000. “La inversión se recupera en dos años”, asegura. El negocio es tan próspero que grandes inversores como Cooklane construyen y comercializan las cocinas macro alquilando las docenas de cocinas que construyen en el interior.