
Uno de los fósiles más famosos de Europa, encontrado en la Sierra de Atapuerca, en Burgos, y pertenece a la especie Predecesor gay, Es de una mujer joven de entre 9 y 11 años y no de un hombre, como hasta ahora se creía. Cecilia García-Campos, investigadora del Centro Nacional de Investigaciones sobre la Evolución Humana (CENIEH), dice por teléfono que el análisis dental de los fósiles ayudó a revelar la identidad sexual de esta persona que vivió hace más de 800.000 años. “El chico de la Gran Dolina era en realidad una chica”, dice García-Campos.
Las conclusiones del trabajo, publicadas hoy en la revista Revista de Ciencias Antropológicas, muestra que los caninos del individuo H3, hasta ahora conocido como el “hijo de la Gran Dolina”, en referencia al título de un emblemático libro de divulgación de José María Bermúdez de Castro, son femeninos. “Nos basamos en el estudio de los tejidos dentales para determinar las diferencias sexuales entre los fósiles”, explica García-Campos. Según el científico, las mujeres tienden a tener mayores dimensiones de esmalte dental y los hombres un componente más grande de dentina, la estructura ósea que sostiene el diente. “En este caso, descubrimos para nuestra sorpresa que los restos eran de una mujer joven que probablemente murió en una batalla por el territorio, con rasgos canibalizados”.
Los restos humanos encontrados en la Gran Dolina han sido analizados por numerosos investigadores. Hasta el momento, no se ha podido determinar el dimorfismo sexual de esta población debido a que la mayoría de los individuos incluidos en la muestra son jóvenes. José María Bermúdez de Castro, coordinador del programa de Paleobiología del CENIEH y codirector de los yacimientos de Atapuerca, explica en nota de prensa que hasta ahora solo se conocía el sexo de un pequeño fragmento de diente del que se obtenían las proteínas del esmalte. Y agrega: “Pero este estudio realizado por nuestro grupo abre ahora una nueva y muy confiable forma de estimar el sexo con un método no destructivo”.
El estudio confirma que la metodología de estimación sexual utilizada tiene una tasa de éxito del 92,3%, similar a la obtenida en el análisis de una cabina o un cráneo. “La ventaja que ofrecen los dientes es que son las partes esqueléticas mejor conservadas de todo el cuerpo humano y que también se forman en las primeras etapas de la vida de las personas. Esto nos permite estimar el género de los más jóvenes ”, dice García-Campos. Para el investigador, la relevancia de este descubrimiento es más a nivel social. “Poder dar un nombre femenino a un fósil emblemático en Europa sirve para visibilizar el papel de la mujer en la historia de la evolución humana”, dice.
El hallazgo, que muestra que una mujer joven estuvo involucrada en un proceso de interacción entre grupos que parecen ser violentos, ayuda a reconsiderar el papel de la mujer en estas sociedades. “La niña de la Gran Dolina cuestiona los roles de género tradicionales que aún se conservan en los que la mujer está en casa y el hombre en el trabajo”, dice García-Campos. Y concluye: “Estas obras ayudan a cambiar el imaginario colectivo de la hembra de la cueva por dos pieles jóvenes o bronceadas. Y nos muestran que participaron en tareas de caza y en disputas territoriales ”.
El científico reconoce que no hubo ningún motivo científico previo para que Bermúdez de Castro decidiera que los restos de este fósil procedían de un hombre. “Parecía aleatorio. Cuando José María decidió hacer el libro, eligió este nombre masculino, pero sin ningún motivo concreto. Hubo que esperar hasta que estas nuevas técnicas pudieran conocer con certeza a la generación”, explica García- Campos.
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