
/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/H3WDKL46S5FCNSDSHHMFLWK3IM.jpg)
La doble derrota de la Democracia Cristiana Alemana (CDU) durante las elecciones celebradas el domingo en los estados federales de Baden-Württemberg y Renania-Palatinado coloca la formación histórica en el gobierno del país desde 2005 ante una situación complicada. Al mismo tiempo, es un impulso importante para los votantes de Los Verdes y del Partido Socialdemócrata (SPD), que logró solo seis meses antes de las elecciones generales de septiembre, en las que se elige a la sucesora de Angela Merkel. en el canciller.
Aunque las encuestas no fueron favorables, la caída de votos a favor de la formación conservadora fue mayor de lo esperado. Algo que se puede atribuir a la gestión de la pandemia, pero también a la corrupción con la revelación de un presunto pago de comisión a dos diputados demócratas cristianos por mediar en la compra de máscaras durante la primera ola. Ambos tuvieron que dimitir. Es, en parte, un recordatorio de que en momentos en los que se exigen grandes sacrificios a los ciudadanos para afrontar una situación extrema, no están dispuestos a abandonar el comportamiento turbio de quienes se supone que deben dar ejemplo.
Al contrario, los Verdes tienen buenas razones para ser optimistas. Las elecciones regionales del domingo son parte de una serie que culminará con las elecciones federales. El resultado en Baden-Württemberg no solo los confirma en el gobierno que ya tenían, sino que también les permite elegir socios para formar un ejecutivo. Pero, sobre todo, les da un nuevo impulso para ser la clave del gobierno federal que emerge de las elecciones de otoño. El SPD, que ha sufrido una grave crisis durante años, da un suspiro de alivio con su victoria en Renania-Palatinado, que confirma una coalición de gobierno con liberales y verdes, que funciona desde hace cinco años. Ambos casos muestran que existen alternativas viables en Alemania a través de formaciones progresistas que, sin fanfarrias pero con eficiencia, pragmatismo y espíritu de diálogo, pueden abrir una nueva etapa en el país.
EDITORIAL | El impulso populista en España
La campaña de Madrid y el rumbo de Cataluña pagan la política de los extremos