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Las vertiginosas entregas políticas de los últimos días, que culminaron con las elecciones anticipadas en Madrid, dieron a Pablo Iglesias la oportunidad de concretar la maniobra que hacía tiempo que estaba madura: regalar a Yolanda Díaz el cartel electoral Unidos Podemos. Se le ha propuesto varias veces a la ministra de Trabajo, pero según fuentes de formación, hasta ahora se ha resistido. Díaz tampoco respondió en su momento a la propuesta de Iglesias de que acepte la segunda vicepresidencia y sea la candidata de Unidos Podemos en las próximas elecciones generales.
En público y en privado, el vicepresidente segundo elogió en los últimos meses a Díaz, con quien mantuvo una amistad personal de años, antes de la fundación de Podemos. Apeló al Ministro de Trabajo como prueba de la rentabilidad que dijo haber logrado con su acceso al gobierno. En poco tiempo, el líder gallego de un diputado que ni siquiera estaba en primera fila cedió a uno de los ministros estrella del Gabinete, consolidando así una ‘nueva dirección’ en Unidos Podemos, según palabras del propio Iglesias.
Detrás de estas palabras, había un plan que Iglesias manejó con mucha más discreción: concluyó que tenía que dar un paso atrás él mismo y convencer a Díaz de que ella sería el mejor activo de elección de la formación. Este lunes, en el video en el que anunció su decisión, lo hizo aún más ambicioso: “Puede que sea la próxima presidenta del gobierno”. Pero Díaz, con un perfil mucho menos agresivo que el de Iglesias, resistió, según las fuentes consultadas. Ya lo había hecho antes de llegar al gobierno, cuando el líder de Unidos Podemos le dijo sin darle la opción de negarse: “Usted va a ser ministro de Trabajo”. Ahora su horizonte no va más allá de la culminación de una gestión en el ministerio que ha logrado, entre otras cosas, un fenómeno que casi nadie podía esperar: un carnet comunista que al mismo tiempo se ganó la confianza de los sindicatos y los patrones.
La convocatoria de las elecciones de Madrid permitió a Iglesias dar el paso para promover a Díaz y darle su lugar en el gobierno. El líder de United We Can hizo permanente el norte de su estrategia política en el ejecutivo, pero según líderes cercanos, nunca se vio a sí mismo del todo en el papel.
En video, me encuentro con Yolanda Díaz en el Ministerio de Trabajo.
Díaz tiene una posición muy libre en la coalición liderada hasta ahora por Iglesias. Aunque es oriundo de Izquierda Unida, de la que fue líder en Galicia, la abandonó el año pasado, descontento con la línea del coordinador general y también del ministro de Consumo, Alberto Garzón. Mantiene la tarjeta del PCE y está de acuerdo con su secretario general, Enrique Santiago. Su relación con Podemos fue casi exclusivamente a través de su amistad con Iglesias y más distante con el resto de la organización. Siempre ha tenido la mejor conexión con la confluencia catalana.
En el gobierno, el ministro de Trabajo ha estado al frente de los enfrentamientos con algunos socialistas, especialmente con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, el gran bastión de la ortodoxia en el gabinete. También le trajo tensión con La Moncloa en determinados momentos. Pero a diferencia de Iglesias, el ministro de Trabajo no decidió tomar el pulso al airear las discusiones en público y tratar de mantenerlo más técnico que político.
Si eventualmente se convirtiera en la segunda vicepresidenta, Díaz le garantizaría a Pedro Sánchez una postura pública mucho menos beligerante que la de Iglesias. Tampoco es que su figura no despierte sospechas entre los socialistas, pero en este caso por motivos muy distintos: es la ministra de United Ways quien tiene mejor imagen entre los votantes del PSOE. En otras palabras, un rival electoral potencialmente más difícil de romper.