

Las campañas europeas de vacunación están nuevamente siendo derrocadas por los fallos en la distribución de dosis, las dudas sobre las consecuencias secundarias de algunas de ellas y la pugna entre algunos estados miembros. Los principales problemas están en torno a las repetidas violaciones de la farmacéutica AstraZeneca del calendario de entrega acordado. Pero la sensación de inercia y desorden se extiende más allá de los fracasos de la empresa anglo-sueca y amenaza la credibilidad de todo el proceso de vacunación. Bruselas ha intentado dos veces reafirmar las campañas, primero con una llamada al pedido a AstraZeneca y con un control de exportaciones y luego con un grupo que supervisa la cadena de producción. Pero ninguna de las dos formas ha permitido hasta ahora organizar la oferta y establecer un calendario de vacunación confiable.
Los choques se repitieron a lo largo de la semana, a pesar de que el grupo responsable de la producción, liderado por el comisario europeo Thierry Breton, tiene múltiples contactos con empresas farmacéuticas. Los bretones han aumentado la presión sobre las empresas, especialmente AstraZeneca. Pero ahora con dudoso éxito.
La compañía ha admitido que no cumplirá el objetivo del primer trimestre, aunque ya ha sido revisado en más de un 60% a 40 millones de dosis. Los nuevos datos indican una entrega de 30 millones, es decir, un recorte del 25%. Algunas fuentes comunitarias sugieren que la cifra puede ser incluso menor. De cara al segundo trimestre, AstraZeneca asegura que entregará solo 70 millones de dosis de las 180 previstas. En total, la compañía farmacéutica tiene como objetivo ofrecer 100 millones de dosis durante el primer semestre del año, como se explica en un comunicado emitido el viernes. “Desafortunadamente, las restricciones a la exportación reducirán las entregas en el primer trimestre y es probable que afecten las entregas en el segundo trimestre”, explica AstraZeneca, quien afirma que trabajó “incansablemente” para acelerar el suministro de la droga.
La nueva falta de suministro se produce mes y medio después de que la Comisión aprobara un reglamento para controlar la exportación de las empresas farmacéuticas con las que Bruselas se reservaba el suministro de vacunas y, en su caso, evitar la salida del territorio de la comunidad. Italia fue el único país que utilizó esta regla para evitar que AstraZeneca exportara un cuarto de millón de dosis a Australia. El reglamento también permitió aclarar el flujo de salida de estas empresas farmacéuticas. Según datos de la Comisión, 34 millones de dosis han salido de la UE para 31 países en las primeras seis semanas de aplicación del reglamento (desde el 1 de febrero en vigor). El mayor volumen (9,1 millones) se destinó al Reino Unido.
Semana turbulenta
Sin embargo, la transparencia y el control no resolvieron los problemas. Breton pidió al consejo de administración de AstraZeneca que “haga todo lo posible para cumplir con sus obligaciones”. Las palabras del comisario europeo parecen estar dirigidas al consejero delegado de la empresa, el francés Pascal Soriot, que hasta ahora ha sido su interlocutor y que ha prometido entregar al menos 40 millones de dosis hasta el 31 de marzo.
El nuevo fiasco de AstraZeneca pone fin a una semana tumultuosa que comenzó con el reconocimiento de que no todas las vacunas esperadas se distribuirán en el segundo trimestre. La Comisión Europea, con base en datos de compañías farmacéuticas, revisó los cálculos de 380 millones de dosis a 300 millones, casi una cuarta parte menos.
El recorte en el segundo trimestre se produce a pesar de que la Comisión aprobó la comercialización de la vacuna de Janssen, la cuarta en la cartera comunitaria y la primera en administrarse con una sola dosis. Bruselas esperaba que el nuevo medicamento acelerara las campañas de vacunación.
Sin embargo, la empresa farmacéutica (propiedad de la multinacional estadounidense Johnson & Johnson) ya ha indicado que las primeras entregas a la UE solo llegarán en la segunda quincena de abril. “Por el momento, ni siquiera tenemos una vacuna en stock”, admite Johan Van Hoof, director de la división de vacunas de Johnson & Johnson.
La Comisión ha reservado hasta 1.860 millones de dosis en las cuatro empresas que tienen una vacuna autorizada en Europa (BioNTech-Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen). El organismo comunitario utilizó un presupuesto de 2.600 millones de euros para pagar a seis empresas (las cuatro autorizadas más CureVac y Sanofi-GSK) por la preproducción de las dosis destinadas a la UE, sin esperar la luz verde de la Agencia Europea de Medicina. . . El objetivo era que los viales comenzaran a llegar a los Estados miembros una vez que la agencia hubiera ratificado las vacunas. Pero solo la alemana BioNTech y su socio industrial, la estadounidense Pfizer, parecen haber cumplido este compromiso. El calendario de entrega del resto aún está plagado de incertidumbre.
El “bazar” del canciller austríaco
La sensación de estancamiento en las campañas europeas se ve agravada por el contraste con la velocidad de las vacunaciones en Estados Unidos y por la exacerbación de la epidemia en algunas partes del continente, como Italia. La impaciencia y la incomodidad a veces aumentan y se suceden reacciones más o menos airadas. El canciller austriaco, Sebastian Kurz, ayer sin un discurso claro abordó las acusaciones sobre una supuesta comercialización de dosis entre estados miembros que benefician a unos y perjudican a otros. “Las últimas semanas han demostrado que las entregas no se realizan en proporción a la población”, criticó Kurz, quien cree que el intercambio de dosis entre países socios comunitarios como Malta o Dinamarca permite una recogida más rápida de la vacuna. La Comisión recordó que la distribución por población no obliga a los gobiernos a comprar todas las vacunas que le corresponden. Y que los estados podrán renunciar a una parte o canjear con otro estado por botellas de otro fabricante si les conviene más por el precio o la distribución.
Kurz calificó estos intercambios como un ‘bazar’ llevado a cabo en secreto, aunque las operaciones se llevan a cabo en la comisión responsable de contratos donde se encuentra el gobierno austriaco, cuyo representante ocupa nada menos que la vicepresidencia. La polémica muestra el nerviosismo que se está extendiendo en muchas capitales ante campañas que están siendo duramente golpeadas por los fallos de AstraZeneca y por los problemas de las administraciones para acelerar el número de filtraciones.