26 de septiembre de 2023

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Riesgo de retrocesos en Cataluña Opinión

Presidente de la mesa del Parlamento de Cataluña.
Presidente de la mesa del Parlamento de Cataluña.Massimiliano minocri

Este viernes finaliza el plazo para la constitución del nuevo Parlamento de Cataluña, un mes después de las elecciones del 14-F. Es un hito fundamental para restablecer el normal funcionamiento de las instituciones de autogobierno; un requisito previo para la restauración de la vida política después de una década de tensión y fractura y para la restauración de la economía en declive del Principado.

Unas horas después de la fecha límite, la urgencia que prometía al partido lo mejor en la carrera por la Generalitat -Esquerra Republicana, ERC, porque tiene capacidad para articular distintas mayorías parlamentarias- fue elegir la mesa, que muestra la de las nuevas legislatura, no cristalizó. Pero todos los síntomas apuntan a una lamentable prolongación de la desastrosa etapa anterior en Cataluña. Las negociaciones de ERC con los demás partidos separatistas, pretendiendo gobernar, excluyeron la voz de los ciudadanos, con frivolidad y desprecio, la opción más sensata para superar las divisiones internas de Cataluña: tomar la dirección de elegir la Cámara con el reconocimiento – si no compasión activa – del ganador, el partido socialista de Salvador Illa. Aún más inquietante es que las rondas de negociaciones indican la probabilidad de que la presidencia del parlamento finalmente caiga en manos de los Junts o de la CUP. Algunos de sus parlamentarios combinarán habilidades técnicas para llevar a cabo la tarea. Pero es igualmente cierto que ambas formaciones proclaman sin consternación el desafío institucional, el enfrentamiento político y el desprecio por la justicia por incumplimiento o violación directa del orden estatutario y constitucional. Muy oscura es la perspectiva de un parlamento encabezado por un representante de uno de los dos partidos.

Si en última instancia es la elección de Esquerra, la legislatura habría terminado justo cuando comenzó. Con costos dramáticos. Para la propia Esquerra, esto haría un daño irreparable a su declarada estrategia de diálogo, negociación y ampliación de la base soberana.

Pero sobre todo, sería catastrófico para el conjunto de Cataluña, lo que echaría a perder la oportunidad de corregirse y suturar sus fracturas. Y caería en la misma irrelevancia económica notoria si los gobernantes autonómicos no lanzaran la gran inversión catalana y española de Seat / Volkswagen para apostar por la automoción sostenible y la fabricación de componentes clave, como la batería eléctrica.

Último riesgo, y no menos importante. Volver a la dinámica del enfrentamiento, que solo parece querer la mayoría de los extremistas, congelaría toda dinámica de entendimiento con el gobierno español. La retirada, ayer, de la inmunidad del expresidente Carles Puigdemont por parte del Parlamento Europeo (con los votos en contra de los diputados de Podemos, cuyo líder equipara al refugiado con los exiliados españoles que huyen de la barbarie de Franco) es un recordatorio de lo estéril que es. Volviendo a esto, sería inconcebible sugerir la remisión a los políticos encarcelados, la reunión de la Mesa de Diálogo o cualquier estrategia de reunificación con quienes nuevamente patrocinan la ilegalidad. Y por tanto hará temblar el perímetro de la mayoría parlamentaria en la que se apoya la actual coalición de gobierno entre el PSOE y Podemos y vacía por completo su programa territorial. Tensión, tensión.