

Después de esa vida agitada, marcada por el exilio, el activismo y la creatividad desbordante, Rafael Alberti (El Puerto de Santa María, 1902-1999) fue consciente de que tendría que hacer los deberes cuando se le acabara el tiempo. “El problema es que hubo demasiados finales”, resume alguien que lo conocía y admiraba. Tanto es así que 22 años después de su muerte, son el triste soneto de un legado cultural decadente. Ocupada por las deudas, la fundación que puso al artista en su ciudad natal, El Puerto de …
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