10 de junio de 2023

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Rocío Molina baila al son del Museo del Prado | Cultura

El zapateado vanguardista de Rocío Molina truena esta mañana en la Sala de las Musas del Museo del prado. Rodeado de ocho esculturas romanas que representan las deidades protectoras de las artes y las ciencias, Molina bailó para los visitantes de la Pinacoteca de Madrid, una pieza única e irrepetible, explícitamente destinada al espacio. La acompañaron la soprano Olalla Alemán y el artista sonoro Derek Van Den Bulcke. Con esta sorprendente mezcla de flamenco, danza contemporánea, música barroca y electrónica experimental, la bailaora malagueña ha vuelto a demostrar su capacidad para romper las costuras de cualquier disciplina.

La pieza tiene una nueva edición de Ellos crean, un festival que nació hace 17 años en torno a la celebración del Día Internacional de la Mujer para dar visibilidad al trabajo de creadoras en diversas disciplinas, desde el teatro y la danza hasta la música, la literatura o las artes plásticas. Molina es una figura de referencia en este sentido: una artista que creó su propio lenguaje dentro del flamenco y traspasó sus fronteras más allá de la ortodoxia y el purismo, lo que la llevó a ganar el Premio Nacional de Danza en 2010, con tan solo 26 años. Por otro lado, ha logrado plasmar en el escenario el menor número posible de episodios trascendentales en la vida de una mujer, especialmente en dos de sus espectáculos: Caído del cielo (2016), en el que reflexiona sobre la feminidad y su ingle y piso coloreados de rojo para representar la menstruación, y Skree pelao (2018), quien bailó embarazada, acompañada de la voz de Sílvia Pérez Cruz.

La obra de 15 minutos que bailó Molina en el Prado este martes no forma parte de ningún espectáculo. Pertenece a una serie de obras que bautizó con el título genérico Impulso y que se enmarcan en procesos de investigación que a veces conducen a nuevas actuaciones y otras, quedan simples como experiencias efímeras. Suele mostrarlos en espacios no teatrales, como en una iglesia, un parque, la orilla de un río o junto al mar. En esta ocasión el escenario fue un museo y la pieza nunca se volverá a ver ya que no es semilla de ningún nuevo montaje, aunque quedará en la memoria del reducido grupo de espectadores que tuvieron el privilegio de verla para ver.

Molina aparece en medio de la habitación envuelta en un vestido de tul crudo y organza con una crinolina de caña y un madroño cubriendo su rostro. Una imagen poderosa, cargada de símbolos femeninos, concebida por el diseñador Leandro Cano. La soprano y el músico, en cambio, vestían de rojo, deliberadamente en sintonía con el color de las paredes de la sala. La danza empezó de forma minimalista: unos pocos gestos geométricos, diría picassianos, que se complicaron cada vez más. Mientras tanto, la voz de la soprano se elevó con una peculiar canción de cuna del compositor Tarquinio Mérula (siglo XVII), en la que la Virgen intenta poner a dormir a su hijo mientras se mata en previsión de las enfermedades que sufrirá en el futuro. Primero a capella, luego acompañado por los sonidos electrónicos que salían de la mesa de mezclas de Van Den Bulcke. De repente la bailaora se deshace de la cárcel de la crinolina y el yugo de la madroñera para empezar a pedalear al ritmo de la Stabat Mater, de Giovanni Felice Sances (también del siglo XVII): nuevamente el sufrimiento de la Virgen, en este caso durante la crucifixión de su hijo.

La dramaturgia, según la bailaora, no se caracterizó por ella en esta ocasión, sino por la letra de los dos temas que canta la soprano. ‘La idea sobre la que gira la pieza es el dolor de la mujer. La que sufre por sí misma, y ​​la que ve sufrir a los demás a quien ama. Aquí se da principalmente por lo que dicen los cantos de la Virgen: simplemente me dejo llevar ”, explicó Molina al terminar su baile.

Otros ocho bailarines actuarán en varios museos de Madrid en las próximas semanas dentro de la programación del festival Ellas Crean. Janet Novás, Ana Morales, Sara Cano, Mónica Iglesias, Luz Arcas, Carmen Fumero, Silvia Batet y Mercedes Pedroche realizarán, al igual que Molina, piezas breves en el Museo de América, el Museo de Artes Decorativas, el Museo Arqueológico, el Museo de Romance, respectivamente Lázaro Galdiano, Tabacalera y Casa de América.